miércoles, noviembre 08, 2006

Smoke


Cada fin de mes recibo la revista de cable y lo primero que hago –desde hace más de tres años- es revisar la sección de películas, en especial en la letra S, y buscar esa joya que para mí es Smoke, película dirigida por Wayne Wang y escrita por mi pata Paul Auster.

Todo nació cuando Wang estuvo leyendo un cuento de Auster, Auggie´s Wren Christmas, que apareció en el New York Times; pues bien, el chino norteamericano se contactó con mi pata para hacerle llegar la propuesta de llevar al cine dicho cuento, y en el que Paul tendría toda la libertad del mundo para hacer del guión lo que literalmente le venga en gana.

Recuerdo que Paul me llamó y nos fuimos a comer un chifita en San Felipe, él me contaba lo que pensaba hacer con el guión, de los toques y retoques que haría de la versión base, y bueno, terminamos nuestros sendos chifas mientras veíamos un partido de la Copa Libertadores.

Años después me doy con la sorpresa que la adaptación del cuento ya tenía forma y cuyo título comercial era Smoke. Esta es esa clase de películas en las que no pasa nada pero en la que ocurren muchas cosas; las actuaciones de Harvey Keitel (actorazo), William Hurt y Forest Whitaker (protagonista de Bird de Clint Eastwood) son más que memorables, y como en todas los libros de Auster se deja sentir el azar, Smoke no es ajeno a ese influjo, pero sazonado con discretas cuotas de ternura, casi todas estas escenas se desarrollan en la tienda de Auggie (Keitel), en donde matan el rato en cosas aparentemente inanes pero que al mismo tiempo hacen gala de un hechizo que yace en la dependencia de las relaciones humanas.

William Hurt hace el papel de un escritor que pese a tener un ritmo de escritura constante se encuentra bloqueado, es de aquellos que piensan –para bien- que la inspiración y el tema vienen escribiendo y no en la fatuidad de la contemplación. Pero algo es lo que quiebra el interior de Hurt, y esto apunta a que ha perdido a su esposa en un accidente de tránsito, o sea, es un hombre solo, vacío. Y por ende, no es de extrañar que sea en la tienda de Auggie en donde compensa las carencias emocionales que lo signan.

Pero la escena, la escena que se me quedará en la mente es la manera en la que Auggie le cuenta Hurt una anécdota que le ocurrió con una anciana ciega a la que llegó a conocer luego que ella lo confundiera con su nieto, nieto ladrón que asalta a Auggie y que en pleno forcejeo se le cae la billetera, y es por los documentos que hay en la billetera que Auggie llega a conocer a esta anciana, a quien le termina “robando” una cámara fotográfica, con la que suele tomar fotos desde su tienda ubicada en una esquina de Brooklyn, con la misma que tomó a la esposa de Hurt antes de ser atropellada.

Cada día estoy seguro que Paul tiene un pacto con el diablo, qué tal manera de hechizar.

Portada del DVD de la película, cortesía de Google, Imágenes.

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