lunes, enero 01, 2007

PORNO

Hubo una época en la que sí estuve decidido a escribir una novela que refleje en algo el mundo de la pornografía. Siempre he estado convencido que detrás de aquel mundo de desgaste físico y malas tomas existen historias fascinantes que aún no han sido plasmadas del todo en la pantalla de la PC.

No es que sea un adicto a la pornografía, para nada, aunque acepto que la única porno que he visto –con el fin de enriquecer mi acervo cinematográfico-, no sin cierto estupor, fue Deep Throat, dirigida por Gerard Damiano y protagonizada por una decidida Linda Lovelace. Que tampoco se piense que la vi en una de las tantas salas multiusos que hay en La Colmena, en pleno centro de la ciudad. No, causita, yo la vi en un ya desaparecido cineclub –no diré el nombre de quienes lo dirigían puesto que ahora son líderes de opinión en materia de cine- en la que se consagró durante todo un mes a repasar las mejores cintas pornográficas, en la que luego de cada proyección se daba rienda suelta a unas dizque charlas, aunque esto último no era más que un eufemismo puesto que no pocos terminaban comprensiblemente exhaustos (según me cuentan).

Cuando se dio ese sugerente ciclo me encontraba leyendo Todos los hombres del presidente, librito de más de cuatrocientas páginas escrito por Bob Woodward y Carl Bernstein. La película de Alan J. Pakula jamás me convenció, así es que después de muchos años me animé leer el libro en que se basaba la película, y como las cosas suceden por algo, me di con la sorpresa de que en dicho cineclub se proyectaría Garganta profunda, nombre clave en el desarrollo del histórico destape de este par de reporteros del Washington Post.

Años después, las ganas por querer saber de este mundo “sórdido” me llevó a averiguar más de él, y las sorpresas sí fueron tajantes puesto que la temática del porno tiene una larga y vasta historia que se instala hasta en el mismo nacimiento del cine, muchísimo antes de los quiebres que hicieran Mélié o los hermanos Lumiére, prácticamente, si no fuera por el porno el cine no hubiera tenido la evolución que hoy en día vemos hasta la saciedad. Si no me creen, pueden preguntarle a Roman Gubern para salir de dudas.

Bien, para no perderme en esta ya larga digresión, hablaré de la razón de ser de este post: la película Boggie Nights. Para empezar: la habré visto más de veinte veces. BN fue dirigida por Paul Thomas Anderson, y desde su estreno en 1997 tanto la película como su artífice no han dejado de recibir elogios, y en lo personal pienso que de lejos es el mejor trabajo de Anderson, muy por encima de Magnolia y Punch-Drunk Love.

En BN se retrata el mundo de la industria del porno desde el backstage. Pues bien, esta película arranca con un logradísimo travelling de casi cinco minutos, en el que nos sumergimos en el mundo de un night club al que suele ir religiosamente el director de cine porno Jack Horner (Burt Reynolds), y como quien pasa el rato se da cuenta de la presencia de un mesero a quien viene tasando y de quien tiene noticias que está ávido por corroborar. Este mesero obedece al nombre de Eddie Adams (Mark Wahlberg), quien queda embelesado con la idea que le propone Jack: integrar el mundo de la industria porno. Eddie no tarda en aceptar ser parte de los proyectos de Jack ni bien él tiene una discusión dramática con su madre, en la que ella lo califica, sin asco, como un reverendo y soberano inútil, bueno para nada y fracasado total. Eddie no lo duda y se va para siempre de su casa.

El éxito de Eddie con el nombre de batalla de Dirk Digler no es menos que acelerado. Y es gracias a la presencia de Dirk que las películas de Jack empiezan a tener un esbozo artístico que lo llenan de satisfacción puesto que solo se creía capaz de filmar buenas cópulas en una variopinta gama de poses. Sin embargo, lo que da riqueza a BN es el complejo lado humano de sus personajes, tanto los principales como los secundarios. ¿Cómo olvidar a Philip Seymour Hoffman en el papel de Scooty?, ¿ o a Don Cheadle (Buck), Heather Graham (Brandy “Rollergirl”), John C Reilly (Reed Rothchild) o a una insuperable Julianne Moore (Amber Waves)?

Es necesario destacar el buen tratamiento de Anderson, él jamás cae en lo vulgar, ni mucho menos roza lo cursi, simplemente se aboca a ofrecer naturales perfiles de cada uno de sus personajes, y pese al rol protagónico de Wahlberg, este no está por encima de los demás, sino que este es parte del eslabón de la variedad de historias personales que Anderson nos presenta.

Pese a que la industria del porno está experimentando otros vuelos, BN no pierde vigencia debido a su complejidad estructural, a la inteligencia de su guión, pero sobre todo, al respeto por contar una historia sin ningún afán moralizador, ni mucho menos de denuncia.

Boggie Nights es de lejos una de mis películas predilectas. No pierdan la oportunidad de verla, vale la pena.

Y si gustan, pueden ir derechito a Polvos Azules, pasaje 18, stand de mi pata César. Ojo, no promuevo la piratería, pero desde hace tiempo solo hay basura visual en los multicines, y ni hablar de los Blockbusters. Además, no soy el único que suele ir a PA, si estos ojos hablaran. Aún así, donde mi pata César pueden conseguir cosas de Jodorowski, Tarkovski, Rohmer, Bergman, Griffith, Jarmusch, Kar Wai, etc.

(Qué tal cherry, me la debes)

1 Comentarios:

Anonymous Sergio dijo...

Me encantó

3:17 p.m.  

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