jueves, julio 19, 2007

LA CASA DE PUNTA NEGRA (ESE IMPERIO) - ANTONIO CISNEROS

Primero
se marcaron las fronteras
con estacas y cal,
y las antiguas tribus
que habitaban los campos
-culebras, lagartijas-
fueron muertas
sobre la tierra plana:
sólo manchas de sal
y restos de gaviotas
como toda heredad,
y en los últimos días
del verano
llegaron los camiones
con ladrillos
y arena de agua dulce:
así vi edificarse
ante mis ojos
Tebas,
Jerusalem,
Nínive,
Roma,
Atenas,
Babilonia,
y apenas la casa
fue techada
hubimos grande fiesta:
el maestro albañil
hizo una cruz de palo
y amarré
geranios,
mimosas,
lluvia-de-oro,
hubimos también
panes con carne asada
y yerbas
y cebollas
-un bosque de botellas
de cerveza-
y el mar era una loma
de algas muertas
mezcladas con la niebla:
los pelícanos viejos
celebraron mi canto
antes de alimentar
a las arañas,
a los cangrejos peludos
de las rocas.
La casa fue clavada
con la cara al Oeste,
a más de 80 metros
de las aguas
en arenas seguras
-y ese sol-
tras los muros del Este
los camiones
y los autos veloces
ardían en la brea
como torres de paja,
y al fondo
inacabables
las colinas de arcilla,
el aire rojo,
los perros salvajes,
y fue todo,
y ese mar
ya no puede lavarnos
otra vez
-aunque brillé
en los siete veranos-
(y yo fui
dorado,
alegre,
veloz)
y busco algunas veces
esas piedras
chatas
y redondas
para tirar al agua
-revuelta a 87
millas-sur
de esta vieja caverna
edificada
en la isla del viento
donde llevan
los hombres
a sus muertos
colgados
de la espalda
y brilla
este mal sol
más frío
que un cangrejo
entre la boca:
el parque de St. James
sembrado de muchachos
y muchachas
que se enredan
como blandas culebras
bajo el aire
(y fue un desenredarme
y enredarme
sobre todos los campos
de la sal
y la arena mojada,
antes de la caída
de ese Imperio).

(De: Antonio Cisneros, Poesía Reunida (1961 - 1992). Como higuera en un campo de golf. Editora Perú, 1996)

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