jueves, enero 28, 2010

Fogwill


Últimamente se me ha estado mencionando mucho al escritor argentino Rodolfo Fogwill, sea en reuniones, chat de Facebook o conversas telefónicas. Al respecto no he podido decir mucho por la sencilla razón de que todavía no lo leo; digamos que el asunto “se agrava” puesto que hasta hace unos meses tenía en mi biblioteca su novela RESTOS DIURNOS, la cual no sé por qué presté indefinidamente. Si la memoria no me traiciona, pocas veces he visto libros suyos en librerías limeñas, y mi ejemplar editado por Sudamericana pues lo compré hace más de siete años en la cantera de publicaciones inhallables: en el Campo Ferial de Libros Amazonas, específicamente en el stand de mi amigo Abelardo (el metalero que escucha Telestereo), que me lo regaló por ocho soles.

Me puse entonces a buscar datos sobre este escritor de aura maldita y satánico talento. Y encontré dos datos de interés, tanto para los fanáticos de Fogwill y para los que aún no lo leen.
El primero, para variar, en El Boomerang, en el blog Río fugitivo, en donde Edmundo Paz Soldán reproduce una reseña, publicada en La Tercera de Chile, de la reciente edición CUENTOS COMPLETOS (Alfaguara – Argentina), que reúne la producción cuentística de Fogwill a lo largo de tres décadas. El muy buen escritor boliviano empieza así:
Hasta hace apenas un par de años, Fogwill era un escritor de culto en América Latina, alguien del que, con suerte, se había leído su prodigioso cuento "Muchacha punk". Hoy es un referente fundamental de la literatura argentina contemporánea, alguien a la altura de Piglia y Aira.
Bueno, a mí nunca me ha vacilado César Aira, lo cual no quiere decir que me parezca malo, en absoluto. Pero Ricardo Piglia sí. Esta referencia al autor de RESPIRACIÓN ARTIFICIAL y CRÍTICA Y FICCIÓN me es suficiente para que le haga encargo al metalero que escucha Telestereo, de quien estoy seguro me conseguirá cualquier libro de Fogwill, no me pregunten cómo lo hace, el asunto es que lo logra.
Sobre los tópicos del argentino, Paz Soldán anota:
La variedad de los registros hace que se pueda entrar a este libro a partir de diversas perspectivas. Fogwill ha dicho que tiene una preferencia por "las lecturas que atienden, más que a lo que sucede, a la manera de narrar lo que sucede". Por eso son importantes sus intervenciones en relatos clásicos, su reescritura y a la vez parodia y actualización de "El Aleph" de Borges en "Help a él" o de "El almohadón de plumas" de Horacio Quiroga en "Otra muerte del arte". Más allá de la parodia, lo que llama la atención es la forma indirecta que encontró Fogwill de narrar la política y el campo social en los años de la dictadura y la guerra sucia. Es una forma que tiene mucho que ver con la de Piglia en Respiración artificial (1980), la gran novela de ese período. Suena un poco raro, porque no hay momento en que Fogwill no ataque a Piglia, pero, como dice Fabián Casas, "la contienda se salva en los estantes de la biblioteca", y allí hay lugar para los dos. Agregaría que no solo en los estantes; en los textos de fines de los setenta y principios de los ochenta, el mejor interlocutor de Fogwill es Piglia.
El segundo dato lo hallé en la siempre pulcra y extraordinaria revista colombiana El Malpensante. En el extenso artículo Máquina Fogwill la escritora Leila Guerreo aborda al corrosivo escritor en la intimidad de su hogar. En el gorro del artículo se lee:
Después de la coca, la cárcel y las obras maestras, ¿qué ha pasado con Fogwill? La autora busca la respuesta en medio del caos doméstico del gran escritor argentino.
¿Coca? ¿Cárcel? ¿Obras maestras? Ergo: Fogwill es una leyenda en vida. Un oscuro y apetecible personaje de novela. Cosa rara: sin haberlo leído, ya me estoy haciendo su hincha.
Entre lo mucho que declara el vesánico escritor, consigno una pequeña referencia sobre la cocaína:
–Antes estaban muy mal mis pies. Con la cocaína se me destrozaron. Se me formaron como garras. De estar sentado. Lo único que hacés es tomar cocaína. No movés los pies. Voy a mear. Me ponés nervioso, vos. Me hacés ir a mear.
Desde el baño, la puerta semiabierta, llega el fragor del líquido en el líquido.
–Tirí –canta Fogwill–. Tirirí.
Y sobre su celebrado relato “Muchacha Punk”, se consigna:
Pero para decir cómo y por qué empezó a escribir hay distintas explicaciones: que es más fácil escribir que evitar la sensación de sinsentido de no hacerlo, que tuvo mucho que ver uno de sus analistas, que ayudó el hecho de que, en 1975, se volvieran accesibles las máquinas de escribir ibm a bochita que le permitieron retroceder y borrar y, también, el hecho de que, en 1978, aparecieran las máquinas de escribir eléctricas portátiles, que le permitieron ganar velocidad. Fue con una de esas máquinas de escribir eléctricas portátiles que una noche se subió a su barco –el último de todos los que tuvo se lo llevó aquel juicio por estafa de 1981– y tecleó, de una sentada, Muchacha punk.
–El casco de un barco es una cámara de amplificación. A docientos metros nadie dormía con el tecleo, y nadie sabía que era yo el hijo de puta.
“En diciembre de 1978 hice el amor con una muchacha punk. Decir ‘hice el amor’ es un decir, porque el amor ya estaba hecho antes de mi llegada a Londres y aquello que ella y yo hicimos, ese montón de cosas que hicimos ella y yo, no eran el amor y ni siquiera –me atrevería hoy a demostrarlo–, eran un amor: eran eso y solo eso eran. Lo que interesa en esta historia es que la muchacha punk y yo nos ‘acostamos juntos’. Otro decir, porque todo habría sido igual si no hubiésemos renunciado a nuestra posición bípeda –integrando eso (¿el amor?) al hábitat de los sueños: la horizontal, la oscuridad del cuarto, la oscuridad del interior de nuestros cuerpos; eso”, escribió Fogwill aquella noche de insomnio propio, ajeno.
Genial, ¿no? Pues a leer a Fogwill.

4 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

No puedes expresarte asi del maestro César Aira, deberías rectificarte por esta blasfemia

Saludos

Luciano

9:55 a.m.  
Blogger Gabriel Ruiz-Ortega dijo...

Aira es un extraordinario narrador, otra cosa es que no me entusiasme
G

10:28 a.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

que weno que promociones a Fogwill entre los lectores peruanos, conozco su obra y puedo asegurarte que es un grande entre grandes

10:51 a.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

felicitaciones por el blog, Gabriel, muy buen
abrazos desde Trujillo

4:38 p.m.  

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