domingo, marzo 25, 2012

Buenas entrevistas de Barnechea



Una entrevista literaria, imagino, debe resaltar la poética del autor y en lo posible revelar los circuitos motivacionales de la misma. No sé desde cuándo tengo un desmesurado interés por las entrevistas a escritores, mas sí perviven en mi memoria ciertas lecturas relacionadas, como los 4 tomos de entrevistas de The Paris Review, que me los prestó, hace varios años, el excelente prosista Marco García Falcón.

Ahora, días atrás di con un libro de entrevistas que venía buscando. Junto a una amiga caminaba por la Feria de Libros Amazonas. Íbamos a la caza de novelas de ciencia ficción y, para calmar ansias, hablábamos del mal momento de Alianza Lima.

Había muchísima gente, principalmente padres de familia desesperados por textos escolares para sus hijos. Se colige entonces: no podíamos caminar bien y, en lo personal, como no soporto la multitud, mucho menos en pleno verano, le propuse a mi amiga venir otro día y no a una hora en la que a más de uno ya le había abandonado el desodorante. Era, literalmente, insoportable caminar por Amazonas.

Dimos vuelta hacia la puerta de ingreso. Y algo curioso ocurrió.

Vimos al entrenador del club íntimo, José Soto, recorriendo puesto por puesto de la feria, en compañía de sus hijas. Tenía una lista en la mano. “¿Tienes Matemática 5 de Editorial Bruño?”, preguntaba a los vendedores.

“No se puede ser tan tacaño”, pensé.

O sea, no todos los días ves al entrenador de uno de los clubes peruanos de fútbol más populares comprando textos escolares en un espacio en donde suele venderse libros de bajada, de segundo uso y casi nunca nuevos.

Ahora, si no hubiera visto a José Soto, no me habría percatado de que a pocos metros de mí, yacía en el suelo de un puesto Peregrinos de la lengua (Alfaguara, 1997), el excelente libro de entrevista a escritores latinoamericanos de Alfredo Barnechea.

Lo compré en el acto, ni siquiera pedí rebaja.

Durante el verano de 1998 frecuentaba la biblioteca del ICPNA. Me había propuesto devorar, sea en castellano o inglés, a todos los narradores de La generación perdida. En eso iba, cuando en una tarde, vi en uno de los anaqueles la publicación de Barrenechea. Lo saqué y me ubiqué en una mesa esquinada.

Sin exagerar, lo leí en una hora. En esos años tenía una capacidad de concentración que extraño hoy en día.

Pues bien, en Peregrinos de la lengua nos topamos con entrevistas a Borges, Bryce, Cortázar, Donoso, Edwards, Fuentes, Mutis, Onetti, Paz, Puig, Sábato y Vargas Llosa. No hay mucho que explicar: la nómina es de polendas. En cada una de las entrevistas queda de manifiesto el genuino amor del entrevistador por la literatura. Barrenechea no pregunta cojudeces, mucho menos sus opiniones descansan en el lugar común. Me lo imagino preparando sus entrevistas, rodeado de libros y  fichas sobre los títulos que debía traer a colación.

Cada uno de estos peregrinos, de alguna y otra manera, forjó un discurso que contribuyó con aires de frescura a la narrativa y poesía latinoamericana de la primera mitad del siglo XX, entonces anclada en un exasperante aliento realista y sentido temático reivindicatorio. Buscaban ubicarse en la modernidad, no deseaban ser herederos de una tradición que poco o nada les ofrecía; es por ello que privilegiaron los alcances del lenguaje en fusión con la experimentación formal. No es casualidad que más de uno sea a la fecha una referencia insustituible entre los nuevos narradores y poetas en lengua castellana. Pienso ahora en Puig, por ejemplo.

Y lo más importante, lo que me dejó el ya lejano primer acercamiento al texto: tracé un plan de lectura de dos años. Sin esas entrevistas, no conocería en integridad, solo había picado sus títulos capitales, la obra de estos 12 peregrinos de la lengua.

2 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Muy bien Gabriel
Felicitaciones.

K

6:30 p.m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Buen post Ruiz. Yo también he ido a Amazonas y he conseguido tesoros en tu pata Abelardo, Gustavo, Carbajal y tantos otros libreros.
Hay maravillas de libros baratos y en cuanto a Soto, tener un hijo es un lujo, pues. A las justas mis viejos me compraron los libros. Tiempos aquellos donde no existia la mafia felizmente develada por canal 5.
Edgardo Pallarderi

10:51 a.m.  

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