martes, septiembre 30, 2014

145


Ayer en la tarde, mientras me dirigía de Miraflores a Quilca, pensaba en lo difíciles y necesarios que son los cambios. En alguna parte escuché lo siguiente, y la verdad es que no quiero saber más de lo que escuché, seguramente porque quiero evitar cierta decepción al constatar que lo escuchado provino de un segmento de telenovela visto al paso o de alguna persona innombrable que tuvo un chispazo de lucidez. Sea cual sea la procedencia de la idea que pensaba ayer en el Metropolitano, no me cabe duda de que las mejores decisiones son las más difíciles de tomar, las que en esencia te taladran y generan dolor, pero que traen consigo dosis de tranquilidad y mucha paz.
Mientras iba al Centro Histórico, me sentía entre el alivio y la incertidumbre emocional. Necesitaba pues hacer algo que me sacara de esa frontera gaseosa de vitalidad y marasmo, algo habitual, que me demandaría algunos minutos demás pese al retraso que ya tenía. Entré al Dominos de La Plaza San Martín, pedí un café cortado y empecé la lectura de un libro que venía postergando desde hace unas semanas, uno de esos libros que te ayudan a cartografiar las novelas que ya has leído, novelas que no pertenecen a tu tradición, novelas abordadas en el libro y que conoces en su mayoría.
En El leve ruido del piso de arriba (Ediciones UDP, 2014) del crítico Frank Kermode, encuentro tres factores que exijo de los críticos y que muy poco veo últimamente en los críticos: estilo, sabiduría (llámese también rigor generoso) y, en especial, sencillez.
Como señalé, conozco muchas de las novelas inglesas que aborda Kermode, entonces qué es lo que me llevará a indagar más de ellas en los próximos días, en las siempre necesarias relecturas. Sin duda, la mirada y atención del crítico, que abre senderos, que profundiza en lo no escrito para revelarnos instancias que en nuestro primer acercamiento de las novelas pasaban desapercibidos. Pienso en Kermode, Bloom, Steiner, Woods, en Domínguez Michael, pienso en su atrevimiento, en el riesgo sobre seguro, en no conformarse con las etiquetas del mercado, que nos acceden a otra instancia, que colocan los adoquines por los que transitarán los próximos clásicos de la narrativa contemporánea.

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal