jueves, enero 15, 2015

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Anoche se me dio por ver segmentos de Los infiltrados de Scorsese. Más de uno dirá que no se trata de lo mejor de su filmografía, pero poco o nada me vale esa opinión, al menos no resulta decisiva para tenerla en menos. 
Termino de ver los segmentos que necesitaba ver y dejo correr la película. Me acomodo en mi sillón y continuo la lectura de los dos libros que vengo leyendo, aunque uno de ellos es una relectura, un libro que frecuento en verano, ahora en este verano limeño que, hasta el momento, se está portando bien. 
Pienso que algunos libros se ajustan al clima, no sé, pero no es lo mismo Trilogía sucia de La Habana en invierno, primavera y otoño que en verano. No, para quien esto escribe no es lo mismo. Esta suerte de cuento-novela del cubano se me antoja ideal bajo la canícula. La poética de Pedro Juan Gutiérrez adquiere perennidad con esos personajes que intentan sobrevivir en un país que no les ofrece nada. La realidad los obliga a ser guerreros que viven para sobrevivir. 
Lo que siempre me ha atraído de sus personajes es precisamente su desgracia festiva. Las limitaciones materiales no son óbices que los repriman de sacarle la vuelta a la realidad. Son decididos, machos y hembras en todo su derecho y esplendor. Como bien lo dijo el autor, “a mis personajes los pongo a templar”, es decir, lector, los pone a tirar todos los días del año. El sexo se convierte en la única salida pasajera, en una droga que los hace creer en sí mismos, en fortalecerles el amor propio, elevando su autoestima, motivo más que suficiente para no sentirse tan cagados y derrotados. 
La película seguía su curso, ahora veo a Costello negociando con unos chinos la venta de microprocesadores de misiles. Esta escena me gusta, por su humor y oscura ironía. Entonces, me voy al otro lado del río, dejo a Gutiérrez y cojo por primera vez el libro de una autora de la que nunca había escuchado, cuyo título llama mi atención: Apuntes al margen (Ediciones UDP, 2014) de Carla Cordua. 
Apuntes, pues, al margen. El título me sugiere no pocas cosas, me lleva a pensar en el residuo del pensamiento, aquello que dejamos de lado no por menos importante, o, lo que esbozamos con la idea de desarrollar más adelante, como ocurre cada vez que estamos inmersos en un proyecto mayor. Bien la publicación forma parte de lo que llamo la Tradición de los retazos. Por su carácter plástico, estos apuntes no solo se suscriben a los temas que por oficio domina la autora, la filosofía, sino que nos habla de literatura, viajes, actualidad, etc. En síntesis: pincelazos de su pensamiento, pero sobre todo, un muestrario de su generosa sabiduría intelectual, ofreciéndonos una mirada distinta de lo conocido, de lo que creemos conocer. Una mirada que se instala en nuestra visión de la vida, que nos lleva a cuestionarla, experiencia que no siempre vivimos en la lectura.

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