martes, abril 21, 2015

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Llego temprano a la librería, tengo que dejar algunas cosas ordenadas porque saldré más temprano de lo debido. A las ocho de la noche me entrevistará Gabriel Rimachi en su programa Fahrenheit 051 de Radio Lima Gris. Mi idea es dejar la librería a las 7 y 30. Media hora es más que suficiente para llegar a las instalaciones de Lima Gris en Petit Thours. 
Pienso en lo que diré y no niego que también siento algo de temor en lo que vaya a decir, porque lo mío es esencialmente escribir, no hablar, pero ahora me toca hablar y trataré de relacionar mi pensamiento escrito con el hablado, que por más que se crea que es fácil, no lo es. La espontaneidad, pues, me ha jugado varias malas pasadas durante mi vida. 
Aunque claro, lo último que haría es premeditar mis respuestas. Ante ello, libro mi mente de conceptos, de posturas determinadas. Apuesto por la mente en blanco y me consagro a la frivolidad hasta el instante en que deje la librería. 
Mientras tanto, hay que realizar funciones, como ordenar la librería, pero antes se me antoja un café con orejitas azucaradas. 
Doy cuenta del café y las orejitas. 
Pienso en el almuerzo. 
Reviso los periódicos que no he leído en los últimos días. Me pongo al día en el caso del tal Oropeza, de la metáfora del nuevo rico hampón. 
Aunque no recuerde el episodio, ni la temporada, en Breaking Bad, Gus Fring, el dueño de Los Pollos Hermanos, le dice a Walter White que ahora que es millonario, tiene que aprender a vivir como rico, controlar la exposición de su riqueza, porque vivir como pobre, cualquiera puede vivir como pobre.

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