sábado, junio 06, 2015

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Mañana de sábado. Al igual que yo, muchos esperan la final de la Champions. No es que le vaya a Juventus, tampoco que no sintonice con el Barza. Solo quiero ver campeón al “Apache”. 
Espero pues la hora del partido y respondo algunos mensajes de mi Inbox. Mi cuenta de Gmail, como todos los sábados, o fines de semana, luce vacía y virgen, hasta me parece que exhibe una blancura, como los atuendos de las bailarinas de ballet. 
Ahora estoy más tranquilo, en paz con el mundo. Mi madre llamó en la mañana, a eso de las siete, avisándonos que ya estaba en la puerta. Ni bien escuché su voz, salí disparado y la abracé fuerte. Creo que me sobrepasé en la fuerza, pero así y mucho más es el cariño que tengo por mi madre, a la que no he visto en más de diez días. 
Mi padre y mi madre, se quedan conversando en la sala. Yo tomo una ducha y me alisto para ir a la librería. 
Salgo de mi casa, esperando la llegada de Silvestre, que imagino también querrá ver a mi madre. Fácil lo veré más tarde cuando regrese. 
Tomo un taxi. Por lo general, prendo un cigarro, pero no tengo ganas de fumar. 
Para mi buena suerte, el taxista coge una buena ruta aprovechando la poca congestión de los sábados. Por instantes, siento que vuelo y pienso en la charla de ayer que mantuve con María José en El Virrey de Lima. 
He entrevistado a no pocos escritores, entre nuevos y consagrados, pero pocas veces he sido testigo de una franqueza que demuele para luego fortalecerte, tal y como lo pude ver ayer en las respuestas de María José, narradora a la que deberías tener en el radar. Si encuentras su libro en librerías, no te dejes engañar, no es para nada un libro destinado para el público juvenil. 
Si bien es cierto que la literatura de ficción es la parcela de las mentiras, no deberíamos confundir esa mentira con lo que suelen decir los escritores cuando difunden su obra. He escuchado, sea de manera directa o indirecta, tamañas atrocidades, huachafadas monumentales, con las que no pocos intentan elevar o, por decirlo de una manera, pintar mejor su propuesta. Cuando escribes ficción, da lo mismo que hayas empezado a leer a los dos años que a los quince o cuarenta. Obvio, si lo tuyo es escribir, tienes que leer. Pero grábate el asunto, toma nota en tu cuaderno: el que seas un Balzac de la lectura no te hace un buen escritor, menos uno grande. Para escribir hay que dejar la piel en el asador. No hay otra, rareza.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Comparto tu opinión. El arte de escribir va más allá de la erudición literaria.

3:18 a.m.  

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