jueves, agosto 13, 2015

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 Muchas personas se quejan del frío, no niego que no haga frío, pero mi organismo ha hecho de mí un hombre caluroso que detesta el calor. Hace unas horas, mientras veía una película sobre mujeres dedicadas al ballet, sentí mucho calor, demasiado. Esta sensación la había estado sintiendo desde días antes, pero lo de esta madrugada sí fue el arribo a lo insoportable. Siempre tengo calor, pero nunca antes lo he sentido de esta manera, que hizo que me desnudará y tratará de dormir así. 
Hay pues una anécdota sobre Cabrera Infante, que no pudiendo contener la furia que le deparaba el silencio, desafío al frío londinense y se quitó la ropa para escribir el primer borrador de Mapa dibujado por un espía, en donde diría lo que hasta ese momento no se podía decir de la represión castrista en Cuba. Obviamente, mi desnudez no obedecía a arranques literarios, aunque me puse a escribir varios textos, intercalándolos. En esa situación estuve durante un par de horas, ayudado y protegido por la voz de Bob Dylan. A eso de las cinco volví a arroparme y me puse a releer a Cabotín, en especial sus crónicas y artículos literarios. 
Un grande Cabotín. Un grande que debe salir de los predios de la academia e insertarse en el imaginario de los lectores peruanos. Circula en algunas librerías Obras reunidas de Cabotín, magnífico trabajo de Miguel Ángel Rodríguez Rea sobre esta suerte de escritor total. Lo de Cabotín no solo fue el periodismo, también la novela, el cuento, la poesía y el teatro. En novela, tiene una que es toda una delicia: Cartas a una turista
“Volvamos a Cabotín”, me repetía y es lo que pensaba mientras venía en el Metropolitano, listo para hacer funcionar ahora así la librería. Cruzando la Plaza San Martín, aún con la epifanía de los artículos de este escritor modernista peruano, me acordé de llamar a mi amigo Paul, para preguntarle cuándo podría tener más libros de su editorial, porque Izquierda Unida de Alvarito se ha agotado, literalmente voló ese poemario que no es una maravilla poética, pero que sí está muy bien y del que sí puedo recomendar su lectura. Así juega este pechito: lee libros, no personas, no importa qué cosas sean sus autores.

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