lunes, mayo 30, 2016

ahora o nunca: NO al narcoestado

Acabo de ver el debate presidencial entre PPK y Keiko Fujimori.
Las luces estuvieron con PPK: literalmente, barrió el piso con la cabeza de la representante de la mafia naranja.
Y lo repito otra vez, y cuantas veces sea necesario: nos estamos jugando la poca estabilidad moral que aún le queda a este país. Perú está muy lejos de ser un país estable moralmente, pero me resisto a creer que estemos tan, pero tan cagados, como para tener que aguantar otra vez a la mafia fujimorista.
Más de un lector extranjero del blog se sorprende cómo es posible que un partido de múltiples máscaras nominales, que no se ha desmarcado de su pasado, por la sencilla razón de que no le interesa hacerlo, siga gozando de popularidad. La respuesta ante esa inquietud es una sola: no se ha forjado un discurso que dinamite las bases del discurso fujimorista, un discurso que como tal muestra más de un agujero conceptual, agujero que no ha sido aprovechado por las fuerzas políticas peruanas en quince años. Más de un entendido advirtió sobre esta especie de soberbia patentizada en una superioridad moral que dejó que el moribundo se recupere apelando a la matonería, la amenaza, la ignorancia y el pensamiento fácil, elementos nutritivos para una población que por dejadez no ha sabido cultivarse, a la que no le interesa ver más allá de los aparentes resultados, para la que los resultados son más importantes que los medios usados para conseguirlos.
La falta de una aceptable educación, el pésimo nivel cultural, sin importar la condición social, son la energía de la que se ha estado alimentando ese grueso de la población que añora el regreso del fujimorismo. Felizmente, siempre ha habido un importante número de peruanos que no sintonizamos con la mafia naranja, que no permitirá que se abran las cárceles para que salgan los sátrapas que hundieron y saquearon al país, aquellos protagonistas que lo mancillaron moralmente por generaciones. No lo pienses: el fujimorismo es una peste y a esa peste se la combate con educación y cultura. No hay otra.
Por eso, los que queremos este país, nos sentimos más que satisfechos por la firmeza de PPK en el debate, que dejó sin argumentos a la candidata de su padre y su tío Montesinos.
PPK no es el candidato ideal. Sin embargo, PPK no es un asesino, no le conozco anticuchos comprobados. Y este es el momento de apoyar al único candidato con el que podemos impedir que se instaure el horror entre nosotros. El triunfo no será de PPK, sino de la reserva moral del país, o sea, de todos aquellos que no vamos a permitir el retorno del aparato político más corrupto en toda la historia del Perú como nación.
Los próximos días serán claves. Y no menos importante será el apoyo de las demás fuerzas políticas y democráticas del país. Dejen de lado rencillas y desavenencias ideológicas. La integridad moral del país está por encima de pequeñeces. 
Mientras tanto, nos vemos el martes 31 en la Plaza San Martín.

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