jueves, octubre 13, 2016

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No le había tomado mucha importancia al Nobel de Literatura. En realidad, me da igual quien lo gane o no. Pero en estos días esa dejadez se acrecentó a razón de que estuve con varios asuntos en la cabeza, entre las que conté la moderación, en realidad, anulación, de más de un comentario por el post de ayer.
Cerca del mediodía me entero que Bob Dylan ha ganado el Nobel de Literatura. No me lo tienen que decir, se supone que escribiré de este poeta-músico, y lo haré con mucho placer, porque si había un autor que merecía este galardón, ese era precisamente Dylan. Además, este Nobel encierra también una metáfora sobre el discurso literario de este siglo, uno que no se verá afectado por los cotos genéricos, sino que fluirá en una sola libertad. Me imagino, pues, que esta noticia le estará arruinando el día a muchos, pero tampoco es para tanto. Las letras de Dylan son poesía, música, transmisión y verdad, o sea, literatura. Lo demás es pura demagogia discursiva, verso contrario alimentado de interesantismo barato que de seguro en un rato veré en las redes sociales, en las que nunca faltan los huevas, que para dárselas de “originales”, lanzan opiniones contrarias al sentido común. 
Siempre vuelvo a Dylan, y hoy lo haré, pero con la misma actitud de ayer, la de hoy y la de también mañana. Nada ha cambiado, con o sin Nobel, Dylan es.

1 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Lo Pop ha inundado todas las áreas. Es una invasion destructiva. Tú mismo eres un pseudo escritor pop. Dylan y tú sois la misma mierda.

8:48 a.m.  

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