sábado, octubre 22, 2016

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Hay canciones que retumban en mi mente. Cuando me pego con un tema lo agoto hasta el hartazgo. Muchas veces aparecen, o reaparecen de la escondida memoria emocional, de la nada, por medio de la escena de una película, la mayoría de las veces.
Días atrás me referí a Reality Bites, de Stiller, como una película cargada de nostalgia noventera, pero me olvidé indicar que buena parte de esa nostalgia venía a cuenta de su banda sonora, que, sin duda, reforzaba la atmósfera de esos años. Pienso en la escena donde Winona Ryder y Janeane Garofalo cantan una canción de Squeeze, “Tempted”, que de hecho es lo único que se recordará de esta banda británica, mientras se movilizan en auto,  despejando la mente de sus empleos kafkianos. La escena no dura mucho, en realidad no más de 30 segundos, hasta que aparece Stiller conduciendo un convertible y escuchando una canción ruidosa a la vez que habla por un teléfono móvil de entonces.
Se me quedó en la mente la canción y me puse a buscar la banda sonora de la película, seleccionando mis preferidas para escucharlas una y otra vez, luego aplico otra selección, suerte de criba hasta quedarme con dos o una. No es la primera vez que lo hago, pero esta selección solo me dejó, como se podrá intuir, “Tempted”, a lo mejor ya venía predispuesto a escucharla hasta el agotamiento, obnubilado aún por esa escena en apariencia inane pero también llena de libertad, esa libertad que me hizo recordar no pocas actitudes mías antes de mis veinte, en la que me sentía libre mandando a la mierda todo aquello que no me gustaba hacer, quizá esa sea la razón que me ha llevado a tener una imagen de conflictivo, pero un conflictivo en buena onda, esencialmente. 
Cerca de las once de la mañana me desnudo para el duchazo. Pero antes me sirvo café, pero ese solo acto de servirme café, aparte de la adicción que me genera, es también un distractor contra las ansias que tengo por lo dulce, y eso que siempre he sido, y seré, una persona de gustos salados, pero desde hace un par de días me siento un devorador del arroz con leche, del combinado, gustos dulces que aparecen de la nada, como un acto de magia, quizá por medio de una imagen, un video, pero allí está el arroz con leche, el combinado…

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