domingo, febrero 19, 2017

youtube es insuficiente

A menos que me equivoque, en los próximos días se estrenará el programa de televisión Entre libros.
No hace falta explicar mucho, aunque la redundancia siempre es buena: un programa de televisión dedicado a la producción libresca es por demás necesario, no solo en un país que necesita a gritos de la promoción de la lectura, sino porque lo libresco es lo mejor que puede ostentar este país. La literatura es el baluarte de nuestra cultura. Seríamos ociosos y malintencionados si la comparamos con las otras manifestaciones culturales peruanas.
Ya era hora que volvamos a tener un programa de televisión de esta característica: de una hora de duración. En este sentido, destaquemos la apuesta del canal estatal, que para eso está, para promover programas que, a diferencia de los que transmite la producción privada, no están sujetos a los mandatos de la teleaudiencia.
En lo personal, no tengo duda alguna de las capacidades literarias e intelectuales de sus conductores, los escritores Alonso Rabí y José Carlos Yrigoyen. Al segundo lo conozco, y al primero no, pese a que exhibe muestras de cariño hacia mí cada vez que puede… Y sé también que a medida que vayan corriendo las emisiones, sus desaciertos los irán corrigiendo, porque todo se puede mejorar puesto que partimos de la base ya señalada.
Sin embargo, no podemos desatender la posible existencia de una tara que signó al inmediato antecedente de EL. Así es, me refiero a Vano oficio, que durante muchos años condujo el escritor Iván Thays, también en la misma casa televisiva que ahora alberga a los conductores de este nuevo programa cultural.
Queda claro que el problema con Thays jamás fue su capacidad, porque antes de conductor, era/es un gran lector. No reconocerle esta cualidad, sería un acto de sublime mezquindad.
Bien sabemos que la tara en VO fue otra: una abierta negación a la pluralidad. Para cualquier seguidor atento de la literatura peruana, le resultaba imposible entender por qué jamás se invitó a escritores de legítimas resonancias como Miguel Gutiérrez y Jorge Pimentel. No vamos a negar que por medio de este programa pudimos ver y escuchar a escritores capitales de nuestra literatura contemporánea, pero también fuimos testigos de muchísima cachina. Por ello, cuando se recuerda el “aporte” de VO, lo asociamos como un programa de televisión pautado por el sentimiento menor y el rancio capricho de su conductor, peor si indicamos que estas políticas personales las llevó a cabo en el canal oficial. Este señalamiento no puede ser pasado por alto, porque todo programa televisivo del canal oficial está llamado a cumplir una tácita función: construir la memoria audiovisual de la cultura peruana. Las críticas a VO son pertinentes, porque su conductor tuvo mucho tiempo para corregir su política personal excluyente y, sencillamente, no le dio la gana. Son de antología, por ejemplo, las razones que esgrimió para no invitar a Gutiérrez (sabemos ahora que el discursillo de las diferencias políticas e ideológicas fueron meros pretextos para no invitar al autor que lo mandó a comprar pan, tamales y café después de leer el mecanoscrito de un libro que le entregó cuando joven). No menos antológicas fueron las razones que manifestó para no invitar a escritores jóvenes valiosos en plena construcción de poéticas que venían gozando del saludo de la crítica y de la atención de la lectoría. Claro, podemos entender esta política personal si estuviéramos recordando un programa privado, en el que si gustabas, podías invitar al sobrino de la prima del padre de la hija del vecino del asesor de la secretaria del amigo del editor de la amiga de infancia del tío de Vargas Llosa.
Esta reflexión mañanera, previa a la sensación de resaca dominguera, obedece a que las quejas hacia Thays ahora serán nada contra posibles reparos que se le formulen a Rabí e Yrigoyen. Pensemos en esta eventualidad: un estado de Facebook, en el que se exprese con argumentos y ejemplos la más mínima prueba de exclusión y falta de pluralidad en EL, hecho que puede resultar letal, mucho más que un artículo o carta publicado en un medio tradicional.
Por otra parte, la aparición de EL sucede en un momento por demás especial para literatura peruana. Las redes sociales han puesto en evidencia la radiografía de nuestra comunidad literaria: todos sus representantes se consideran merecedores de atención. La falta de (auto)crítica nos ha arrojado esta realidad de espanto, en la que ha quedado prohibida la honestidad valorativa sobre los libros que se publican, al punto que los Likes de las portátiles de los autores pesan más que las lecturas atentas.
Obviamente, hoy en día tenemos muchas plataformas de difusión, como Youtube. Hasta los autores peruanos menos visibles tienen su video en donde nos hablan sobre sus “indiscutibles” logros literarios. Pero ahora con la aparición de un programa sobre libros patrocinado por el canal oficial, Youtube les será insuficiente. Más de uno estará atento a su mail o Inbox, listos para responder con una carita feliz la invitación a la consagración que les significaría aparecer en señal abierta. 
Que los problemas sean otros en EL, no la falta de pluralidad. Todo se puede solucionar con estilo, buen gusto, inteligencia y buena voluntad.

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