viernes, junio 09, 2017

opiniones encontradas

Anoche, mientras se presentaba la novela Sustitución de Jack Martínez, escuchaba con atención las intervenciones de María José Caro y Alonso Rabí. Como me tocó abrir y cerrar la presentación, me di el tiempo para recordar lo que siempre recuerdo en cuanto a la recepción de los libros.
Todavía no publicaré la reseña de la novela de Martínez, pero sí me parece saludable que esta venga generando opiniones encontradas. Eso es lo mejor que le puede pasar a todo libro. Las opiniones unánimes sirven de muy poco, o siendo sinceros, de absolutamente nada en los menesteres valorativos. Ocurre que el autor peruano promedio, aún más el de la era 2.0, está acostumbrado al saludo fácil de las plateas virtuales, lo que germina en él una malsana condición de intocabilidad. Por eso vemos las reacciones ante una mala reseña, reacciones que siempre han existido pero que hoy en día pueden mostrarse más.
En la era previa al 2.0, si un autor recibía una mala reseña, tenía dos opciones: desahogarse en el bar más cercano o buscar al crítico de ocasión para sacarle la entreputa. Ahora es peor, el autor, mellado en el orgullo, accede a las redes, las que le permiten disfrazar su piconería o mostrarse tal cual, sea hipócrita o matón.  
Las reseñas son muy necesarias, ayudan a tener un panorama claro del libro de turno, pero no son determinantes ni en las ventas ni en lo que importa: su dimensión literaria. Obviamente, en ocasiones las reseñas lapidarias pueden tener razón, pero se entiende que no debemos hacer de la excepción una regla. Por ello, ante una reseña negativa, el autor debe sacar a flote el estilo, la inteligencia, es decir, sacarle la vuelta mediante la personalidad. Y personalidad es lo que desde la prehistoria le viene faltando al autor peruano. No sabe estar.

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