domingo, agosto 27, 2017

clausura

Por medio de la columna de Mirko Lauer en La República, me entero de la destitución del periodista y escritor Raúl Tola de la agregaduría cultural en España.
Como bien señala Lauer, quizá Tola pudo ser un buen agregado cultural, además, en su momento hemos tenido a Ribeyro y Zavaleta en estas funciones diplomáticas. Si la memoria inmediata no me falla, recuerdo saludos y críticas en esta designación, en especial los señalamientos, algo tan común en el circuito literario, en el que vemos a escritores capaces de todo con tal de beneficiarse de los favores políticos (pienso en las zalamerías que gozan los argolleros burocráticos del Ministerio de Cultura). Pues bien, si hacemos un repaso periodístico de la trayectoria de Tola, notamos en ella una coherencia en cuanto al asunto del fujimorismo. Desde esta trinchera, saludo esa coherencia.
Por otra parte, hablamos también de un asunto menor, porque referirnos a la cultura en este país, en cómo es percibida por la clase política y la gran mayoría de la población, nos lleva a la triste realidad de asumirla así. Pero también estamos ante una señal preocupante, porque las presiones políticas en cuanto a esta designación, nos brindan una idea de la cacería política que está dispuesta a realizar el fujimorismo contra toda persona que consideren incómoda/enemiga. Pero tengamos en cuenta que lo ocurrido con Tola es solo un renglón del capítulo que ya está escribiendo el fujimorismo.
Bien sabe el lector informado, la bancada naranja viene haciendo lo que le viene en gana en el Congreso, actitud que se refuerza con los desaciertos del gobierno de PPK –al que más de un idiota anhela su fracaso (vacancia)–, que guste o no, es el único poder institucional con el que contamos para cuidar no solo el orden democrático, sino también las pocas reservas morales que nos quedan como país. 
A pocos meses del nuevo gobierno, hubo un fuerte rumor en la población antifujimorista sobre la pertinencia de cerrar o no el Congreso. Para nuestra “felicidad”, los hechos siguen testimoniando la gracia naranja: hacerse fuerte por medio de la destrucción política y económica del país. Por ello, esta población antifujimorista tendría que empezar a barajar la idea (construir el discurso) de una posible clausura congresal. No queda otra, así se piense en que la situación podría cambiar, el ganado naranja tiene muy clara su misión. Solo hace falta leer un poco, como revisar la Constitución, que para este tipo de conspiraciones ofrece la salida si la estabilidad democrática corre peligro. 

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