martes, septiembre 05, 2017

fama / infelicidad

Tardía fama, novela póstuma del escritor austriaco Arthur Schnitzler (1862 – 1931), inédita hasta 2014 y publicada en español por Acantilado en 2016, en traducción de Adan Kovacsics. Se deduce y no debe sorprendernos: la destacamos como una novela que pone en bandeja los ingredientes narrativos que posicionan a Schnitzler como un clásico. En sus páginas hallamos el magisterio de su mirada y la claridad de su prosa, cualidades que lo llevaron a ser considerado uno de los maestros del monólogo interior, pero no en la línea expansiva de otros gigantes, pensemos en James Joyce y los representantes de la Generación perdida, a saber. Lo de Schnitzler siempre fue la puesta en escena de la vena emocional de sus personajes y en esa empresa elevó la dimensión de la novela breve. Casi toda su obra narrativa está inscrita en este registro y, en honor a la verdad, la brevedad novelística durante la segunda mitad del siglo XX sería otra cosa sin él.
Tardía fama no está a la altura de sus novelas más conocidas, sin embargo, su publicación, especulamos, supone un legado moral contra las triquiñuelas del mundillo literario (el de antes y el de hoy) que esclaviza a sus actores en el sinuoso camino a la fama. Obviamente, la búsqueda de la fama “distingue” a todo circuito literario, cada cual con sus matices e inherentes curiosidades teñidas de mal gusto. Por ello, fijémonos en la figura de su protagonista, el anciano Eduard Saxberger, que en su juventud publicó un poemario titulado Andanzas, el cual no tuvo la resonancia deseada, lo que generó que se dedicara a una vida burocrática, hasta que una tarde, al regresar a casa, se le anuncia la sorpresiva visita de un joven llamado Wolfgang Meier. Este encuentro trastoca los apacibles días de Saxberger, alejándose de su cotidiana inmediatez hacia una realidad que creía olvidada: el tiempo en que fue un joven que quiso reflejar la vida mediante la palabra poética.
Cuando Schnitzler escribe esta novela ya era un autor reconocido que disfrutaba de legitimidad literaria y también del reconocimiento de intelectuales de época, tal y como testimonian sus cartas con Sigmund Freud. A Schnitzler lo buscaba mucha gente, en especial escritores en ciernes a la caza de un padrino que les pueda brindar un inicial espaldarazo, imaginamos pues que más de un espeso le sacó de quicio y para exorcizar esos malos ratos escribió esta novela que ve la luz tras más de medio siglo. En Tardía fama se muestra una crítica a las frivolidades que obsequia la búsqueda de la fama, a lo que se puede llegar con tal de tener algunos minutos de atención valiéndose de una voz reconocida, sin embargo, nuestro autor parte su señalamiento mediante un poeta olvidado, reforzando así el anhelo de los arribistas dirigidos por Meier, que conforman un grupo literario llamado Entusiasmo.
Bien lo decía el recordado escritor peruano José Antonio Bravo: “hay que leer simbólicamente”. Obviamente, la lectura simbólica está presente en su propia naturaleza, que en esta ocasión Schnitzler nos depara desde un título menor: la esencia del ejercicio literario como fin.

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En SB

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