lunes, octubre 16, 2017

narradores peruanos

En nuestras librerías aún puede encontrarse, si es que tienes paciencia para buscar, un libro que es todo un documento vivo, que ha sabido sobrevivir a los letales embates del tiempo: Primer encuentro de narradores peruanos. Es un libro que no fue pensando como libro, pero su destino fue ese, convertirse en testimonio para las nuevas generaciones de lectores de narrativa peruana. En sus páginas transitan las plumas más importantes de nuestra tradición narrativa, las que todavía proyectan resonancia y admiración.
*
Corría el año 1965 cuando La casa de la Cultura de Arequipa, cuyo director era el crítico literario Antonio Cornejo Polar, organizó el Primer Encuentro de Narradores Peruanos. Visto a la distancia, en la frialdad del ánimo y ajeno a las impresiones primerizas, se trató de un hecho histórico, era la primera vez que se reunían escritores de distintas vertientes narrativas para discutir y exhibir posiciones literarias y también políticas. Además, las voces convocadas se encontraban en el mejor momento de su ejercicio narrativo, un par de ellas ya consagradas y la mayoría en franca proyección.
A esta galaxia narrativa se unieron los críticos literarios más respetados y temidos, críticos que, más allá de si estamos de acuerdo o no con sus postulados, eran dueños de una personalidad y opiniones propias, del mismo modo de una prosa y una mirada premunidas de ingenio y riesgo. Por ello, y antes de seguir, no puedo no mostrarme animado por el nivel expuesto, más cuando el presente de nuestro reseñismo, salvo dos excepciones, se ha convertido en un tráfico de favores, y lo peor de su situación: en homúnculo promocional de las editoriales, no importa si estas sean grandes o independientes. El crítico de ayer no manejaba las herramientas de información del crítico/reseñista/gacetillero actual, este sabía camuflar con estilo la amistad y el líquido del sentimiento menor, pero ante todo leía y hurgaba en la tradición, es decir, especulaba bajo conocimiento de causa.
El éxito de este encuentro se debió a la participación de los críticos, que exigieron a los narradores invitados, y somos testigos de ello en las Mesas de debate: El novelista y la realidad; Sentido y valor de las técnicas narrativas; y Evaluación del proceso de la novela peruana. En estos cruces de opinión son evidentes los cortocircuitos y confluencias entre dos tipos de cartografías, la cartesiana del crítico y la intuitiva del narrador. Más allá de la direccionalidad del debate, se impone la pasión de pensar el Perú en ambos bandos; y la revelación en aquel entonces, tanto en críticos y creadores más jóvenes: las nuevas técnicas narrativas, cuyos gurús van en este orden de jerarquía: William Faulkner, Ernest Hemingway y James Joyce. 
Seguramente, más de uno se pregunte por la preeminencia del autor de Luz de agosto, y en esta relectura quien escribe también tuvo esa inquietud. Al respecto, una somera mirada al contexto nos permitirá tener mayores luces sobre esta preferencia. Recordemos que la narrativa de Faulkner, sea a cuenta de su sureña geografía imaginada/creada o la sequedad de su lirismo narrativo, resultó propicia para el narrador peruano a la búsqueda de técnicas en pos de la adecuación de la realidad inmediata que pretendía poner en escena.
*
Resulta muy iluminadora la primera sección del libro: Testimonio y Lectura. Una vez inaugurado el Encuentro, los narradores invitados tenían que leer un texto en el que explicarán o dieran luces sobre su ejercicio narrativo, sin embargo, tengamos en cuenta lo siguiente: se les pidió textos en los que también contaran, sin tapujo, el delicado proceso de su conversión en narradores, o sea, había que exponer la vergüenza de la historia personal. Pecaríamos de mezquinos si no reconocemos el esfuerzo realizado, cada uno de ellos dio lo mejor de sí, y supongo que los asistentes al evento, como los lectores de hoy, pueden darse por bien servidos.
En lo personal, llamó mi atención el testimonio de Oswaldo Reynoso, que no solo brinda nociones sobre su inicio narrativo, también pauta su compromiso con la realidad urbana, pero ante todo pone en relieve su visión y postura políticas en ¿favor? de un país distinto. Es necesario hacer este señalamiento, porque recordemos lo polémico que fue Reynoso en sus últimos años cada vez que se le preguntaba por los años de terror que vivió Perú entre 1980 y 1992. En su participación, Reynoso opta por la violencia como medio para “rescatar” a este país del abuso histórico en el que se hallaba. Podemos sintonizar o no, pero no le voy a negar coherencia (lo dicho en 1965 también lo decía en 2016). Felizmente, su narrativa, la de entonces y la escrita posterior a este Encuentro, no se vio infectada por su ideología.
*
La presente publicación es la segunda edición, de 1986 por Latinoamericana Editores. La primera, de 1969, suponemos inubicable. Este dato nos hace pensar en que pese a los años jodidos que vivía el país, había editores que apostaban por mantener la memoria narrativa peruana por su solo valor cultural, sin depender de su impacto comercial. El reencuentro con esta publicación, que uno leyó en su momento como si fuera curiosidad, adquiere otra resonancia a la fecha. Se colige pues que este libro es un documento imprescindible para entender en justa mirada el proceso de la narrativa peruana de los últimos cincuenta años.
*
Consignemos también el testimonio de Mario Vargas Llosa, que no estuvo presente en el Encuentro, pero sí dos semanas antes, cuando en la Universidad de San Agustín ofreciera una charla sobre su quehacer literario. Ante ello, celebremos el criterio editorial de incluir su ponencia como Apéndice. No hay mucho pensar que al respecto: Cornejo Polar sabía lo que había organizado, era el primer enterado del carácter histórico del evento.
*
Busquen papel y lápiz, o abran un documento Word en sus móviles, aquí las plumas convocadas: Ciro Alegría, José María Arguedas, O. Reynoso, Sebastián Salazar Bondy, Arturo D. Hernández, Óscar Silva, Francisco Izquierdo Ríos, Porfirio Meneses, Eleodoro Vargas Vicuña y Carlos Eduardo Zavaleta.
Los críticos: Alberto Escobar, Tomás Escajadillo, Jorge Cornejo Polar, Pedro Luis González, Aníbal Portocarrero, José Miguel Oviedo, Enrique Ballón Aguirre y Winston Orrillo.
Organizadores: Hernando Quintanilla Paulet, Inspector de Cultura; A. Cornejo Polar, Director de la Casa de la Cultura; y Raúl Bueno, Secretario.



En SB

0 Comentarios:

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal