sábado, febrero 03, 2018

gestos

Dejando de lado algunas actividades, me consagro al ocio huevero, al menos durante algunos minutos, como quien se alista para el concierto de las próximas horas.
Un asunto llama mi atención y cruzo toda la información posible mientras escucho el Meat Light de Frank Zappa. El tema: lo sucedido con el escritor Elvis Herrada, invitado al festival Salón del Libro de Luxemburgo.
En la red encontramos un video en donde podemos ver a Herrada vendiendo su libro en un medio de transporte público. También un post en donde el autor detalla la respuesta que recibió de la Dirección del Libro y la Lectura del Ministerio de Cultura.
El caso de Herrada encendió las redes, las muestras de apoyo al escritor no se hicieron esperar.
Al respecto, habría que poner algunas cosas en orden, porque en este caso hay tanto de pena como de sobredimensión.
Es cierto que este festival cultural viene realizándose por muchos años, pero no menos ciertos son sus criterios de invitación, que pueden sufrir serios cuestionamientos. En cuanto a los autores peruanos que han ido a este festival, solo vislumbro una sola excepción, a lo mucho un par. No más.
Lo he manifestado más de una vez, la DLL está muy lejos de cumplir con sus implícitas prioridades, quizá sea una de las oficinas más cuestionadas del Mincul. Y su reacción ante el pedido de ayuda de Herrada fue no menos que torpe.
Pero como toda oficina de una entidad estatal, esta debe cuidar sus gastos, no despilfarrar el poco/mucho dinero del que pueda disponer. Hasta este punto, el no apoyar a Herrada resultaba entendible a razón de los sinuosos criterios del festival internacional.
Ahora, Herrada hizo lo que cualquier mujer y hombre dedicado a la cultura tiene que hacer: acudir al Mincul. Se supone que quienes trabajan allí son servidores públicos, y esa cualidad de servicio debe proyectarse sin acepción de personas, con mayor razón si estamos en una rama tan sensible como la cultural. 
No hay dinero, lo entiendo. Pero con este escritor hizo falta voluntad de gestión, solo eso, un gesto que pueda ser valorado, una muestra de apoyo que no necesariamente iba a garantizar la ayuda económica que le permita viajar a Luxemburgo. El gesto es también política cultural.

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